lunes, julio 11, 2005

Ozon y las criaturas de Fassbinder

Tanto silencio después de la prematura muerte de Rainer Werner Fassbinder resultaba un acto de injusticia. El dramaturgo, actor y director alemán, quién no ha reprimido sus impulsos a la hora de exponer las miserias humanas, ha sido redescubierto por el cineasta francés François Ozon en su versión cinematográfica de "Gotas que caen sobre rocas ardientes", pieza escrita por Fassbinder para teatro. Ozon, cuya obra está desembarcando en Buenos Aires, confesó su admiración por el creador alemán: "Hace tiempo que quería filmar sobre una pareja. Una película sobre la dificultad de vivir juntos y los problemas que trae la rutina. Con el descubrimiento de la obra de Fassbinder, me di cuenta que no necesitaba escribir un guión original. Ya existía una obra que decía exactamente lo que yo sentía. Es increíble que a los 19 años, Fassbinder pueda describir con tanta precisión y madurez el voluntario descenso de uno mismo a lo mundano, tanto vital como suicida". Inagotable fuente de inspiración, la compleja filmografía de Fassbinder propone múltiples abordajes. En el encuadre dentro del encuadre, en el fuera de campo y en los planos minuciosamente calculados que traducen un imaginario previo del director sobre la totalidad del film, buscó un correlato estético para sus ideas. Ozón se enfrentaba entonces al desafío de crear una mirada propia sobre un material ideado por el genio de Fassbinder. Con un guión que halla su riqueza en la simplicidad y respeta la división en actos del original teatral, Ozón narra en Gotas de agua sobre rocas ardientes, la historia de Franz (Malik Zidi), un joven estudiante que sucumbe a los encantos de Léopold (Bernard Giraudeau), un hombre maduro y sádico, con quién mantendrá una relación de sometimiento que se extenderá luego a los otros dos personajes de la pieza, Anna (Ludivine Sagnier), la novia de Franz y Véra (Anna Thomson), ex pareja de Léopold que cambió su sexo para reconquistarlo. Respetada por Ozon en su estructura, tiene mucho en común con Las Amargas lágrimas de Petra Von Kant, otra obra teatral de Fassbinder que él mismo llevó al cine con Margit Carstensen, Hanna Schygulla e Irm Hermann. "No he hecho más que cumplir órdenes y nunca he tenido que tomar decisiones propias", dice Marlene, la sometida secretaria de Petra Von Kant, quién abandonará a su ama, pero elegirá repetir roles en otra existencia esclavizada. Fassbinder declaró: "El amor no existe. Nada más está la posibilidad del amor" y sugiere que estos seres tienen miedo de la libertad y de todo lo que esta implica: la necesidad de responsabilizarse de la propia vida. Las dos piezas se erigen en la libertad, la opresión, la soledad y la dudosa existencia del amor, temas recurrentes en melodramas como Lili Marleen (1980), El Matrimonio de María Braun (1978), La ley del más fuerte (1974) o La angustia corroe el alma (1973). En Un año con trece lunas (1978), Elvira, la protagonista transexual, cuenta su desdichada existencia mientras pasea con su amiga por los fríos pasillos del matadero en el que trabajaba cuando era hombre y su cuerpo se desintegra parcelado por los barrotes de la estructura que encierra a las vacas a punto de ser descuartizadas. Fassbinder diseña cuadros dentro del cuadro hasta que la opresión asfixia y se torna insoportable. Ozón retoma este recurso en su film, como cuando reencuadra a los protagonistas individualizándolos y separándolos, en un no menos frío encuadre de la ventana de la casa de Léopold que sintetiza la prisión a la que se somete el hombre y de la que no logrará escapar. La película está filmada totalmente en interiores, las escenas transcurren exclusivamente en el living de la casa de Léopold, su escritorio, el baño y eventualmente el dormitorio. Sólo en dos momentos hay conexión con el exterior: el fuera de campo en la conversación telefónica de Franz con su madre quién lo despide con un despiadado... ¡buen viaje! cuando éste le confiesa haberse envenenado y el plano final, cuando tras la muerte de Franz y el advenimiento de otra relación sadomasoquista (esta vez entre Léopold y Anna), Véra busca desesperadamente oxígeno al intentar abrir una ventana. El encarcelamiento es común a todos los personajes. Franz solo estará protegido por la muerte, Véra no consigue reconquistar a su hombre por más transformaciones que opere en su cuerpo y Anna se entrega a la seducción de Léopold quedando inexorablemente entrampada en el juego perverso propuesto por éste, quién la abandonará cuando necesite renovar su víctima. El juego de repeticiones en los cambios de actos respeta la tendencia fassbinderiana a reproducir exactamente un plano para ubicar un personaje en el mismo lugar donde antes hubo otro. En La angustia corroe el alma, Emmi (Brigitte Mira) aparece atrapada entre los barrotes de una escalera cuando se ve sometida al repudio de sus compañeras de trabajo que la censuran por haberse enamorado de un inmigrante marroquí mucho más joven que ella; este plano se repetirá más tarde, esta vez con una mujer que llega a trabajar con ellas y también resulta discriminada por ser inmigrante. En Gotas que caen..., cada vez que los personajes van a hacer el amor, se repite la situación: aparece uno de ellos acostado en la cama esperando al otro, que permanece parado y mirándolo, vestido con el mismo abrigo que usó Léopold la primera vez que se acostó con Franz. Sin embargo, un paso más adelante representa la exótica escena en tono de comedia musical en donde los cuatro personajes interrumpen una tensa discusión que parece conducir a un inevitable enfrentamiento, para bailar una versión alemana de Explota mi corazón, de Rafaela Carrá, situación ajena a cualquier film de Fassbinder. La certeza de que todos pueden deambular su dualidad por los mismos lugares si se elige la dialéctica oprimido-opresor, está presente en toda la obra de Fassbinder y resulta imprescindible para Ozon; la cadena de equivalencias no se quiebra nunca. El primer amante de Léopold se llama Werner como Fassbinder, la novia de Franz se llama Anna, tal el verdadero nombre de la actriz que protagoniza a Véra, la ex pareja de Léopold, que vuelve porque no logra olvidarlo ni disfrutar sin él. Anna puede ser Véra, de hecho lo será y Véra también fue Anna cuando conoció a Léopold. El juego de espejos, que ilustra las más sórdidas situaciones que atraviesan los personajes cuando se enfrentan a sí mismos, es usado por Ozón aunque sin la complejidad con la que el alemán poblaba sus interiores.En la filmografía de Fassbinder, algunos actores se personifican a sí mismos: Marlene, la secretaria de Petra Von Kant, es amada y sometida por ésta; cuando Petra le propone intentar una relación de iguales, Marlene no lo tolera y se va, seguramente buscando una relación en donde pueda seguir siendo dominada. Irm Hermann, la actriz que personifica a Marlene representó en otros films este rol, el mismo que jugó en su relación con Fassbinder con quién vivió durante algún tiempo. El Clan Fassbinder creaba un ambiente de desolación permanente al que no llegan los actores de Ozon, quienes se detienen en un registro más lineal, con menos matices. Ozón recurre a un texto de Heinrich Heine que Franz recita en alemán, para develar tempranamente la tristeza de éste: "No sé por qué / Mi corazón está tan triste / Una vieja historia / Siempre viene a mi cabeza / La brisa enfría, la noche cae /Y el Rhin corre silenciosamente". El 10 de junio de 1982, a los 36 años moría Rainer Werner Fassbinder legando una vasta filmografía que incluye 43 largometrajes. Este homenaje de François Ozón resulta oportuno y vital, porque, como alguna vez dijo otro espíritu inquieto del pasado siglo, el cineasta y pensador italiano Pier Paolo Pasolini: "una vida sólo es descifrable plena y verdaderamente después de la muerte: o ser inmortales e inexpresivos o expresarse y morir".

Patricia Carbonari