lunes, agosto 22, 2005

Carta de Miguelito a Mafalda

Querida Mafalda:

Esta tarde me acordé de tu cumpleaños...
¡Cómo pasa el tiempo! Nacimos en el corazón de una Argentina que
soñaba. ¡Cuántas utopías! ¡Cuántos deseos de crecer, de mejorar las cosas! Nos tocó convivir con un tiempo de hombres creativos: Luther King, Che Guevara, Víctor Jara; nos trasmitieron el sentido de
la justicia, el valor de los sentimientos, la maravillosa aventura de pensar con la propia cabeza.
Ayer me preguntaba por nuestra amiga Libertad, aquella pequeñita
que un día encontraste en una playa del país, no me acuerdo si era
Santa Teresita o Mar del Tuyu, me acuerdo todavía cuando la
presentaste a tus padres. Era vivaracha y quemadita por el sol de febrero. ¿Donde vive Libertad? ¿Es verdad que la mataron durante la dictadura? Dicen que la torturaron y su cuerpo desapareció en el Río de la Plata. Me cuesta pensar que se murieron sus sueños. ¿Y si vive? ¿seguirá hablando sobre la fragilidad de las cosas y el sentido de la vida? ¿Que fue de Susanita? ¿Se casó? ¿Pudo realizar su vocación de ser madre? La imagino viviendo en alguna ciudad de la provincia, paseando del brazo del marido (un hombre bajo y calvo) en una tarde de verano, contenta con sus hijos y cuidando el primer nieto, realizada como tantas mujeres latinoamericanas...
Supe de Manolito, que perdió sus ahorros durante el corralito y no
soportó tanta crisis. Los últimos días lo vieron cabizbajo, murmurando palabras incoherentes, abandonado como un mendigo en la estación Retiro, triste y abatido como tantos argentinos.
Sé que Felipe vive en La Habana, que probó con el cine, que tiene
un taxi y que habla a los turistas de Fidel y de la revolución con el mismo entusiasmo de cuando vivía en Buenos Aires.
A Guille, tu hermano, lo escuché tocar, hace poco, en la Scala de
Milano. Vive en Ginebra, nunca se arrepiente de haber emigrado en
los últimos años de Alfonsín, me contó que es feliz con su nueva
pareja.
Y vos, querida amiga, ¿como estás?
Hace tanto tiempo que no tengo noticias tuyas. Sé, por otros, que
seguís escuchando la radio, que lees los diarios del mundo, que te
duele el Irak como te dolía Vietnam, sé que trabajas para la FAO por los pueblos del hambre, que estás indignada por la prepotencia de Bush. Me llegó tu pedido para juntar medicinas para los Médicos sin Fronteras, sé que siguen las reuniones en tu casa de París, que estás confundida, inquieta y preocupada por el futuro del mundo.
En fin, Mafalda, sé lo suficiente como para saber que seguís viva,
viva en el alma, niña como siempre.
De parte mía sigo escribiendo siempre, renegando por qué me falta
tiempo; creyendo, como siempre, en el valor de la sinceridad,
perdiendo oportunidades por manifestar mis ideas. Algunos días estoy
triste y deprimido, pero puede siempre más la alegría que la
tristeza.
El mundo no mejoró mucho de cuando vivíamos en nuestra Argentina.
A veces, cuando miro el globo terráqueo, encuentro tu mirada, pienso
en todos aquellos que lo miran como vos, en los ojos de los que
protestan, de los que no se conforman, y los que viven en la atmósfera del optimismo y de la justicia.
Esos ojos, junto a los míos, te desean un buen día, querida amiga,
por otros cuarenta años tan intensos y jóvenes como los que has
vivido.
Un beso grande de tu amigo que te quiere como siempre.

Miguelito

Fuente: Prensa Alternativa - Diario Mar de Ajó (el diarito) Prensa Popular